De López Méndez al FMI pasando por Mendoza y Hausmann

Publicado originalmente en :http://esblog.panampost.com/

               
La historiografía venezolana está plagada de héroes a caballo, nuestras plazas adornadas con estatuas de hombres empuñando espadas, lanzas o enarbolando banderas. Quién puede olvidar la gesta suicida pero necesaria de Ricaurte; cómo no soñar con la lanza de Zaraza haciendo justicia a tantos inocentes sobre la humanidad de Boves. Son muchos los episodios en los que hombres tuvieron que probar su valía en un campo de batalla, pero no es menos cierto que la valía de tantos otros se gestó en despachos mucho menos sangrientos pero igual de dignos y necesarios para la construcción de la Nación.

Cada nación emergente lo necesitó y después de siglos o décadas de constituidos los nuevos Estados muchos los siguen necesitando. Una gesta independentista necesita primeramente ideas, necesita hombres, pero tan importante como eso, necesita recursos. Cuando Bolívar viaja a Londres para reunirse con Miranda y solicitarle su retorno a Venezuela lo acompañó una persona cuyo nombre está ligado inexorablemente a la palabra que en más de una oportunidad tuvo que empeñar para hacer posible la compra de armas, el pago de mercenarios, intereses, préstamos, empréstitos, todo lo que hiciera falta para poder medianamente tener un ejército que le hiciera frente al realismo, ese nombre es el de Luis López Méndez.

La verdadera hazaña de López Méndez como patriota fue el de pedir prestado. Sí, pedir prestado, en ciertos momentos, puede representar un acto heroico.
Después de la Guerra de Independencia, otros tantos personajes se vieron en la misma situación pero sin tanta gloria y sin tanta hidalguía, Venezuela seguía necesitando capital porque las luchas intestinas posteriores a la independencia habían dejado un país en ruinas, como fue el episodio de la Guerra Federal.
Y podría acordarse desde este instante una pérfida y muy criticable forma de querer hacer progresar un país, y es la de pedir prestado enriqueciéndose personalmente y no utilizando el dinero otorgado en beneficio de la Nación. Fue el caso de Guzmán Blanco cuando es nombrado agente fiscal donde además de sacar una gran tajada por la negociación, endeudó al país por un monto aún mucho mayor del dinero prestado.
El siglo XX no fue la excepción y si bien no hubo casos tan emblemáticos puesto que muchas deudas públicas externas fueron pagadas, al final del siglo se retomó esa senda de endeudamiento; pero ya en otra circunstancia, Venezuela no había estado quebrada, por el contrario, había pasado por décadas de  crecimiento económico y con sectores industriales pujantes que eran la envidia del continente, pero al instaurar una visión del Estado asistencialista y paternalista todo eso se echó por tierra y el endeudamiento volvió y volvió con más fuerza.
En el siglo XXI la historia se vuelve más caótica y dolorosa. Teniendo en el periodo de una década y media, la mayor renta petrolera que este país haya conocido (alrededor de 170 mil millones de $ ingresaron a la nación por concepto petrolero); a pesar de ello en los últimos 3 años hemos requerido de China ¡16! prestamos por montos que rondan desde los 300 millones de dólares hasta los 5 mil millones de dólares. La tragedia se magnifica cuando nos damos cuenta que aun con todo ese dineral nos encontramos en una situación donde todavía tenemos que pedir más porque simplemente no alcanza.
Esto fue lo que motivo a que dos personalidades de renombre en la industria y en la economía venezolana conversaran (libremente, como además es un derecho) acerca de la posibilidad de pedirle al Fondo Monetario Internacional (FMI) un monto significativo para que en la circunstancia de que un cambio político llegara a Venezuela se pudiera hacer frente a las incontable deudas que seguimos manteniendo en múltiples sectores.
Los personajes, como ya conocen, son Lorenzo Mendoza y Ricardo Hausmann. Mendoza y Hausmann disertaron de una manera anecdótica y hasta casual, puesto que ninguno de ellos ha evidenciado querer tomar las riendas políticas del país (el primero está bastante ocupado tratando de mantener a flote una empresa en estas circunstancias, y el otro no vive en el país desde hace décadas); todo ello después de una ilegalidad que se ha hecho costumbre por parte del régimen más despótico y tiránico que Venezuela haya conocido desde Fernando VII, se han dedicado a satanizar dicha conversación, sin reparar en varios aspectos:
1.  ¿Cómo es posible que después de década y media de ingresos petroleros mil millonarios en un país que no alcanzaba hasta hace poco los treinta millones de habitantes, que fuimos una potencia geo estratégica, que fuimos líder continental, nos veamos nuevamente en la penosa situación de requerir asistencia económica de un órgano internacional? Mis reservas y críticas contra el FMI y el Banco Mundial son evidentes, y de todo corazón desearía que ambos organismos desaparecieran, pero la crítica debe ser mayor contra los Estados que dilapidan generaciones enteras de recursos económicos y humanos, atados durante años a políticas públicas deficitarias, populistas y demagógicas como las planteadas por el socialismo bananero de Chavez y multiplicado por Maduro.
2.  ¿Cómo es posible que la izquierda continúe con el cinismo de querer apedrear a quienes recurren a otros organismos cuando ellos mismos lejos de renunciar a la deuda encontraron nuevos financistas como lo es China o la misma Rusia, cuyas ínfulas de recrear imperios los convierten en prestamistas sumamente peligrosos para la estabilidad de cualquier región?
3.  ¿Cómo es posible que el Gobierno lejos de refutar tan siquiera la necesidad de semejante préstamo (la conversación entre Mendosa y Hausmann hacía referencia a un monto entre 40 y 50 mil millones de dólares) pretenden pasar por debajo de la mesa que el país necesita esa cantidad para más o menos paliar la dura crisis en la que nos han sumido a todos los venezolanos, después de haber saqueado a la Nación?
4.  ¿Cómo es posible que sigamos impávidos ante la sistemática violación de derechos humanos, de la que nada más y nada menos se hace protagonista el presidente del Poder Legislativo al presentar grabaciones ilegales de venezolanos?
Yo no quisiera poner en el mismo escalón a Luis López Méndez  a Mendoza y a Hausmann, pero tampoco pretendo colocarlos a nivel de Guzmán Blanco. Ellos tendrían un escalón en donde todos los venezolanos de bien, sin dogmatismo y entendiendo la profunda crisis que vivimos, deberíamos estar.
Un escalón donde entendamos cuales son las ideas que nos trajeron hasta aquí y que visto lo visto se hace necesario apretarse los pantalones y hacer lo que hay que hacer; volver a empeñar la palabra y decirle al mundo que lo prestado no será para repartir, ni para robar; sino para tratar de reconstruir nuevamente un país que nos empecinamos en mal gastar.

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